Las fiestas patronales del 2 de agosto en Tures son una celebración de nuestro pueblo, se caracterizan por ser un espacio comunitario que propicia la participación, convivencia social, expresión cultural y gastronómica. En las mismas se promueve la identidad local, regional y nacional, se fortalece el sentido de pertenencia que tienen las personas con las costumbres y tradiciones, y se contrapone con la globalización que ha desdibujado las fronteras y ha impactado de múltiples formas a nuestra sociedad.
Reconociendo que este espacio colectivo tiene un gran simbolismo social, y que la comida es un eje central de la celebración colectiva, surgió el interés por realizar esta nota mediante la cual se trata de caracterizar las fiestas patronales que se realizan en nuestra comunidad.
Un poco de história
La Diócesis de Costa Rica tenía a su cargo la autorización a las parroquias para la celebración de las fiestas patronales. Las mismas proliferaron en el país a finales del siglo XVIII, y se acentuaron debido a la gran aceptación de la población de participar en este tipo de actividades donde, además de conservar la tradición religiosa, se convirtieron en los principales espacios para la socialización, diversión y recreación en los pueblos.
Los turnos constituyeron el principal medio para que la Iglesia y las comisiones organizadoras obtuvieran recursos económicos de inversión en obras sociales e infraestructura comunal, entre ellos la construcción o mantenimiento de los templos, los caminos y puentes, los centros escolares y otros proyectos comunales. La práctica festiva organizada por las parroquias se acentuó a finales del siglo XVIII, en un contexto nacional caracterizado por una incipiente actividad económica de agro exportación de caña de azúcar, palo brasil y tabaco.
Antes de la Independencia, en 1821, Costa Rica era una provincia con bajo desarrollo, y con pocas oportunidades de agro exportación, historia que cambió con la introducción y producción creciente del café, a partir de 1830, y la consolidación del capitalismo agrario entre 1850 y 1890. En esta época, el país no contaba con independencia eclesiástica, situación que cambió después de 1851, cuando se erigió la Diócesis de Costa Rica.
En la organización de las fiestas patronales, cabe destacar que las parroquias requerían de la autorización de la Diócesis de Costa Rica para su celebración. Dado que las fiestas patronales constituían un espacio para la generación de fondos económicos importantes para las comunidades parroquiales, se presentó la necesidad de tener una distribución más equitativa en la asignación de los permisos. De esta forma, era común que para el desarrollo de las fiestas patronales, la Diócesis les asignara a las parroquias un fin de semana o varios días durante el mes para que pudieran llevar a cabo un programa variado de actividades festivas religiosas y populares.
Por medio de las fiestas, las parroquias podían recolectar fondos para diversos propósitos, con la colaboración de los feligreses y las personas que participaban de los festejos. La alternancia o rotación de las fechas para la celebración de las fiestas parroquiales permitía a las comunidades contar con su propio espacio para las celebraciones, situación que dio origen al término “turno” para llamar a este espacio festivo.
Lo anterior es coincidente con la definición de la palabra “turno” por parte de Carlos Gagini (1975) en su diccionario de Costarriqueñismos, cuya primera edición fue publicada en 1892, en la cual el autor asocia el término a la fiesta patronal que combinaba actos religiosos y fiestas populares, y hecho de alternancia en la asignación de los permisos para la realización por parte de las parroquias.
El término turno fue popularizado por las Cofradías, dada la autorización que les brindaba las autoridades eclesiásticas para recolectar limosnas en los templos y en los caseríos a nombre del santo patrono. Así, por ejemplo, según las Ordenanzas que en 1652 se elaboraron para la conformación de la Cofradía de Nuestra Señora de los Ángeles, se señala la función de los diputados, integrantes de esta organización, para que por turnos (entendidos en rotación de funciones, sectorización de la comunidad para la recolección y distribución de personas encargadas de dicha tarea, recogieran donativos.
Al respecto el Pbro. Mons. Víctor Manuel Sanabria en su libro titulado Datos Cronológicos para la Historia Eclesiástica de Costa Rica, indica que la práctica de recolección de limosnas en forma de dinero y especies por parte de los cofrades, y su forma de referirse a esta tarea como: “voy a mi turno”, “vengo de mi turno” al dar cuentas sobre la actividad fue lo que probablemente dio origen al uso frecuente del término, y a su popularización para referirse a la actividad festiva patronal.
Aunque se registran fiestas en Cartago desde mediados del siglo XVIII, y se tiene evidencia del crecimiento en el siglo XIX, el turno como celebración comunitaria se fortaleció en el Valle Central durante el apogeo del cultivo del café, a finales del siglo siglo XIX. La siembra del café por las familias campesinas hizo que mejorara sus ingresos económicos por esta actividad productiva, razón por la cual se empezaron a organizar los turnos en la época del año en que había mayor solvencia económica por el pago de la entrega de café a los beneficios.
Elementos de las Fiestas Patronales de Tures en los 70s y 80s
-“Las Enrramadas” se llamaba a los chinamos que se construían en los arrededores de la plaza del pueblo. Estaban formados por horcones y travesaños de poró, uruca o caña y servían para instalar ahí los juegos que servían como atracción para la fiestas patronales, en los travesaños se colocaban ramas, generalmente de uruca o bambú que funcionaban como una especie de techo.
-“La Bruja” consistía en una estructura cilindrica de madera, de 2 metros de altura tenía un eje central que la atravesaba de arriba a abajo, en la parte alta tenia un aro que la rodeaba marcado con los números del 00 al 99, sobre el eje en la parte superior salía un brazo con una pluma en su extremo y al hacerlo girar sobre el aro numerado le otorgaba el premio que previamente se había designado al portador del número que coincidía con la posición de la pluma, los premios entregados a los ganadores en la bruja generalmente eran utencilios de cocina como ollas, jarrones, coladores o sartenes, los colaboradores que casi siempre eran niños recorrían la plaza ofreciendo los números de la bruja y el sorteo o Giro de La Bruja se realizaba cuando la totalidad de los números eran vendidos.
-“Los cañamitos” tenía una temática similar a la de la bruja, consistía en una regla de madera de 2 por 4 pulgadas colocadas en la parte alta de una enrramada, en la regla habían 100 clavitos marcados con los numeros del 00 al 99 y de cada clavito colgaba un mecate de cabulla, las personas llegaban y tomaban uno o varios cañamitos pagaban el monto y se le solicitaba a un niño que de una bolsa de papel sacara un papelito doblado, dentro de la bolsa estaban los 100 papelitos correspondiente a cada cañamito, un número por cada uno, el favorecido era el número que correspondía al cañamito. Los premios eran casi siempre bolsos de tela, tapetes, o manteles.
-“El Juego del Conejo” consistía en un corral con paredes de laminas de zing, en el centro se ponía un conejo, el fin del juego era hacer el mayor ruido posible sobre las paredes para que el conejo corriera a esconderse en alguno de los cajones colocados a su arrededor que estaban numerados del 1 al 10, el ganador era quien previamente había escogido el número correspondiente al cajón donde había entrado el conejo, el premio era parte del dinero recolectado con el derecho que pagaban los participantes por cada cajón.
-“El palo encebado” era una pieza de madera que se colocaba verticalmente sobre el suelo, tenía 4 metros de altura y se engrasaba para impedir que los participante pudieran escalarlo con facilidad, en su extremo superior se colocaban billetes que eran el premio al participante que lograba escalar el palo valiéndose únicamente de sus extremidades, una variante era “El Chancho encebado”, el objetivo era soltar en la plaza del pueblo un chancho o cerdo pequeño totalmente engrasado pero en su lomo llevaba sujeto dinero que era el premio al participante que lograba capturar al animal con sus manos, obviamente el nivel de dificultad de este juego se multiplicaba debido a que el animal corría desesperado y se escabullía de sus captores por efecto del susto que le provocaba el tumulto que lo perseguía para atraparlo y hacerse del ansiado premio.
-“Las Argollas” era un juego en el que se colocaban en el centro del chinamo una mesa cubierta con un mantel y sobre el mantel se ponían botellas de vino, rompope, coñac y ron, a cada participante se le vendían la cantidad de argollas que escogiera, las argollas eran aros metálicos que el participante lanzaba a las botellas y el premio era la botella que el participante lograra ponerle un aro en el pico.
-“La subasta” se realizaba vendiendo al mejor postor una carreta de leña que donaban los dueños de las fincas cafetaleras de Tures, a la plaza del pueblo se llevaba la carreta que el boyero colocaba en el centro, se acordaba un monto inicial y sobre ese precio se escuchaban las ofertas lanzadas mediante un grito por los asistentes a las fiestas patronales, la leña era vendida a la persona que ofreciera más cantidad de dinero. La carreta era vendida en un precio mucho mayor a su precio original pero esto era sabido por las personas participantes y obedecía al deseo de parroquianos de colaborar para aportar fondos a la causa.
-“Las mascaradas” tienen sus raíces en la época colonial del país, y en la actualidad continúa muy vigente. Su origen parece ser producto de prácticas festivas coloniales y amerindias. Se encuentra relacionada con la festividad española de los gigantes y cabezudos, con influencias de comunidades indígenas autóctonas, lo que le da a su origen un carácter pluricultural y sincrético. Los distintos personajes representados en las máscaras reciben localmente el nombre de mantudos o payasos, y se caracterizan por pasearse por las calles de Tures durante las fiestas patronales del 2 de agosto persiguiendo a los asistentes y bailando al son de música de cimarrona. Los personajes de la mascarada eran la Giganta y el Gigante, El Diablo, La Bruja y La Calavera.
-"El Desfile de Boyeros" se lleva a cabo en un recorrido desde el este del pueblo de los boyeros de Tures con sus carretas y sus animales hasta la plaza, ese día las carretas son decoradas con la presencia de los niños, generalmente pertenecientes a las familias ganaderas de la comunidad y el Cura Párroco realiza la bendición tanto de carretas como del ganado.
El baile que engalanaba las fiestas patronales se realizaba en la calle que se encuentra al costado oeste de la plaza, se improvisaba una enrramada que servía como salón de baile y el grupo que amenizaba la actividad era casi siempre la Sonora X o Naufragio.
Las actividades que han sido parte de las fiestas y se mantienen hasta la fecha son el Hotel, el Bingo, el juego de polvora con el que se cierran las fiestas y la serenata a la Virgen de Los Angeles (que es la Patrona del pueblo debido a que la primera ermita de madera que existió frente a la plaza fue decorada con una imagen de la Virgen de Los Angeles traída por el Padre Mendoza que era el cura párroco de Santo Domingo).
Tradicionalmente La Fiestas Patronales del 2 de agosto son parte de la identidad y de la idiosincrasia del Tureño y es un legado cultural y social que debemos luchar por preservar para conservar intacto a través del tiempo nuestra cultura popular.
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