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EL ORIGEN DE NUESTROS PROBLEMAS.

Actualizado: 12 oct 2022



Buscando en los más recónditos recuerdos de mi memoria puedo devolverme al Tures de mediados de los años 80s, aquel pueblo de la pulpería de Toño Barquero, de las fincas cafetaleras de Lelo Zamora y de Carlitos Villalobos

Rafael Artavia, uno de los fundadores del distrito de Tures.

llenas de familias enteras ganándose los regalos navideños y los útiles escolares a punta de trabajo durante cada fin de año, aún tengo en la retina el paso por la plaza que a partir de las 3 de la tarde se llenaba de muchachos disfrutando religiosamente cada día de la tradicional mejenga, jugar en el equipo de los mosquitos cada domingo, recorrer los cafetales en bicicleta, apear jocotes, mangos y manzanas de agua era casi sacrílego obviarlo del día a día de cualquier niño normal de aquellos años. Todos los chiquillos conocían las posas de El Encanto, La Azul y la Tururun; pero en algún momento algo sucedió que nos hizo pensar y tomar la vida de manera diferente. De repente ya no era necesario ganarse los regalos y los útiles en un cafetal, ya no se juntaba café en febrero, ya los niños no arriaban vacas ni ayudaban a sus papás a desyerbar la huerta de la casa, los padres se encargaron de suplir a los muchachos de cuanto artefacto tecnológico apareció desde un Atari Hasta un iphone y poco a poco se convirtió en una obsesión para cada progenitor impedir que su retoño se aburra como si se tratara de un pecado mortal.

La venta de drogas nos ahoga en nuestro propio pueblo.

Ahora leyendo titulares de cualquier noticiero o para estar más actualizado, leyendo quejas en redes sociales me encuentro con robos y asaltos realizados por jóvenes que no desean vivir, que no quieren ni desean correr por la plaza una tarde ni apear jocotes de una cerca, jóvenes que olvidaron como reir y recurrieron a alcoholizarse y a drogarse para conseguirlo, jóvenes que no saben como ganarse un celular de alta gama o un “Smart Watch” y prefieren arriesgar su vida y el honor de sus antepasados con tal de conseguir un artefacto que los exima de trabajar y que les de ese estatus que entre ellos es clave conquistar si se desea formar parte de esos grupitos que les da una identidad ante sus amigos. Cambió hasta la forma de respetar a sus vecinos. Muchos añoramos los tiempos del pasado, ese pasado que nosotros los jóvenes de aquel tiempo y ahora los padres actuales de estas generaciones de cristal nos encargamos de destruir con nuestra sobreprotección desmedida, dando todo a manos llenas sin exigir nada a cambio y les metimos en la cabeza a los muchachos que un agricultor, un ganadero, un carpintero o un soldador es una persona fracasada porque no da ordenes desde un escritorio o porque ignora como abrir un perfil en redes sociales o como hacer una video llamada.

Equipo de Los Mosquitos de Los Angeles en 1984.

Sería bueno que retomemos, que nos devolvamos y hagamos conciencia sobre en que momento dejamos de lado las costumbres que nos enseñaron a vivir en armonía y nos dedicamos a regalarlo todo, a no exigir nada y a alcahuetiar hasta la falta de dignidad y de criterio. El día que volvamos a nuestras raíces y enseñemos a nuestros muchachos el valor de las cosas y a respetar la tierra que engendra los alimentos que los mantiene en pie podremos en algún momento no muy lejano asomarnos por nuestras ventanas y notaremos que ya nadie vende crack en las afueras de Fellos, que nadie asalta durante las noches y que han desaparecido los muchachos suicidas que se deprimen porque no tienen un “Play Station” para jugar a ser Cristiano Ronaldo por unos minutos.



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