Es un hecho que el consumo y distribución de drogas es un problema a nivel nacional y lamentablemente nuestra comunidad no es la excepción. Basta con preguntarle a cualquier compañero de trabajo, familiar o amigo que viva en otro lugar del país para darnos cuenta de ello. Es común ver en nuestras calles, esquinas, plazas y otros sitios a compradores y consumidores esperando tranzar su dosis diaria de sustancias prohibidas, incluyendo las infaltables narco-motocicletas. Lo peor es que todo esto ocurre a vista y paciencia de los ciudadanos, quienes se han ido acostumbrando a sacrificar su seguridad, quizás por indiferencia, temor o simplemente porque piensan que “eso le toca a la Policía”.
Desde hace varios años en nuestra comunidad han surgido diversos grupos de Seguridad Comunitaria compuestos por valientes vecinos que entendieron que “el toro hay que agarrarlo por los cuernos”. Capacitación con Fuerza Pública, instalación de cámaras y las continuas denuncias con las autoridades son sólo algunos ejemplos prácticos de soluciones que se han implementado exitosamente y que no han implicado exponer la población a ningún riesgo adicional. Al contrario, se han logrado unir esfuerzos y redes para prevenir, mitigar (o prácticamente erradicar en algunos casos) la problemática de la drogadicción y el narcotráfico.
Que estos importantes ejemplos nos sirvan de motivación para seguir vigilantes y en defensa permanente de nuestra calidad de vida. Nuestros hijos y nietos tienen el derecho de disfrutar de nuestra comunidad tanto como nosotros lo hicimos. Todos tenemos derecho a sentirnos seguros en nuestros hogares, cuando esperamos o abordamos un autobús, y cuando utilizamos un espacio público. Se aproxima el fin de año y debemos extremar las medidas de seguridad en todo sentido, pero principalmente denunciando y acercándonos a los grupos organizados, porque unidos es como siempre hemos alcanzado nuestros objetivos.
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